Son muchos los pacientes que recibimos en la clínica que solo confían su higiene y limpieza diaria al cepillo de dientes, pero lo cierto es que este, por muy necesario que sea, a veces no es suficiente y no es capaz de llegar a todos los recovecos de nuestra boca. Es ahí cuando la placa y los restos de bacterias se acumulan entre nuestros dientes y encías.
Precisamente por esto, para una perfecta y completa limpieza bucal, recomendamos el uso de limpiadores interdentales, muy útiles por lo fácil que llegan a las zonas que el cepillo no puede alcanzar. En este caso queremos hablaros del hilo dental y el cepillo interproximal. ¿Quieres saber cómo se utiliza cada uno de ellos?
El hilo dental sirve para eliminar los restos que se nos quedan entre los dientes. Para un buen uso es necesario coger aproximadamente unos 30 centímetros que podremos enroscar alrededor de nuestros dedos corazón, haciendo así más fácil su uso gracias al apoyo del índice y el pulgar. Debemos tener en cuenta que la fricción suave que vamos a realizar entre nuestros dientes será mucho más complicada con un hilo más largo, por eso aquí debemos dejar a un lado la máxima de que más es mejor.
En el caso de los cepillos interproximales, se introducen entre los dientes para eliminar todo tipo de restos. En la parte anterior de la mandíbula lo introduciremos recto y en los dientes posteriores doblaremos el alambre ligeramente para tener mayor soltura al realizar la suave fricción antes descrita.
Ninguna de estas herramientas debería causar dolor o sangrado. Puede que durante las primeras dos semanas de uso, al no estar acostumbrada la encía, genere molestias. Si continuaran pasado ese tiempo o el sangrado fuera excesivo debería concertar una consulta.