Para empezar, como bien os dijimos en nuestro post anterior, es necesario que sepáis que debéis dirigiros a una clínica profesional, ya que se trata de un tratamiento importante. Por otro lado, también hay que tener en cuenta que es un procedimiento totalmente opcional, puesto que las carillas no son imprescindibles y se colocan para mejorar nuestras estética dental.
La clave para conseguir que una persona tenga una sonrisa bonita con carillas es elegir la fórmula que más armonice con el conjunto de la cara e incluso la constitución corporal. Intentar parecerse a la sonrisa de algún famoso no es la mejor idea porque lo que funciona para una cara no tiene por qué funcionar en otra.
Las imperfecciones son perfecciones. Esto quiere decir que la carilla mejorará el aspecto de nuestra boca, sin embargo, debemos mantener la naturalidad de nuestros dientes y mantener la personalidad de la sonrisa.
Dependiendo de la necesidad y el presupuesto, también es importante saber que se puede hacer un revestimiento total de la boca o de forma parcial: la parte de arriba, el número de carillas que se ajusten perfectamente al resto de piezas...
Dentro del tratamiento podremos hacer una "sonrisa de prueba" que nos ayudará a conocer con exactitud los gustos del paciente así como el color perfecto de las carillas, uno de los grandes puntos a tener en cuenta a la hora de elaborarlas.
Una vez aceptado el plan de recubrimiento y decidido el número total de piezas, se toman moldes, radiografías y fotografías. Varios minutos antes de que comience el proceso se insensibiliza la zona con anestesia local. Si el paciente no tiene que tallarse los dientes no se suministrará anestesia. El siguiente paso es la colocación de la carilla en cada diente mediante cementación adhesiva fijado con una pequeña luz de led ultravioleta para sellarlo firmemente. La duración dependerá de la cantidad de dientes.